La Teoría de la "magnificencia"

Las personas tenemos una gran fe en el destino y en nuestras posibilidades. Somos unos egomaníacos creyendo que la tierra gira a nuestro antojo, que cuando el sol no sale y se pone por “ella” lo hace por nosotros. La culpa es de Paulo Coelho, flaco favor ha hecho a los “soñadores” con frases como: “Cuando quieres realmente una cosa, todo el universo conspira para ayudarte a conseguirla”. En esto de los deseos y anhelos, el cosmos, por lo visto, tiene mucho que ver.

Por eso la gente ve cosas donde no las hay; señales, esperanzas, visiones…

La “magnificencia” es un efecto que se agudiza cuanto más deseamos que algo pase en cuestiones de amor.

Si ella os dice que jamás existirá nada entre vosotros, pero matiza que nunca puede decirse nunca… mal. Vemos la luz en las tinieblas, confiamos en que esa posibilidad no es tan remota, que ni siquiera lo es, sólo cuestión de tiempo. Sin darnos cuenta de que nos estamos engañando.

Cuando estamos esperando a que entre en el Messenger y cuando está esperas a que te hable para no parecer que siempre eres tú, que vas detrás de ella descaradamente, pero en lugar de eso te quedas mirando la pantalla deseando que llegue el sonido y empiecen a parpadear el azul y el naranja. Pero ese momento no llega y te da por pensar que ella está haciendo lo mismo, que se muere de ganas por recibir un saludo tuyo, pero que siempre eres tú el débil y el que acaba cediendo, pero no te importa, porque seguro que ella se ha vuelto loca después de que le dijeras: “hola”.

Y ahí reside la magia de la magnificencia. La repetida idea, mentira, si preferís, de creer que los astros trabajan para nosotros, que todo va a salir bien...
Posted on 5:44 by Rafa Banana and filed under | 2 Comments »

2 comentarios:

Christianator ¿conoces a? dijo... @ 29 de septiembre de 2009, 5:21

Muy buena xé. Es mas , te la robo y la pongo en mi tuenti con tu firma al final

Anónimo dijo... @ 11 de octubre de 2009, 5:24

La represión de hacer algo no sirve para nada, lo mejor es actuar cuando nuestra cabeza nos dice: ¡actúa!

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