De una argentina y "la cucaracha"

El segundo día en Riviera Maya decidimos ir a la playa y dejar las excursiones para otro día. Cogimos el autobús gratuito que iba de nuestro hotel a la playa y flipamos a ver las aguas turquesas del mar Caribe.

Después de juntar unas cuantas hamacas y probar las cristalinas aguas de nuestro trocito de paraíso, los chicos y yo nos fuimos en busca de una barra donde empezar a beber. Por suerte encontramos una dentro de una piscina. Entre el daikiri de mango, una pelota de volley y un buen puñado de leonesas guapas (gentilicio, no animal) pasamos más tiempo del que pudimos percibir, así que volvimos con las chicas de periodismo justo a la hora de comer.

Decidimos comer en aquella playa. Uno de los hoteles de los que podíamos disfrutar gracias a nuestra pulserita roja estaba ahí mismo, con su restaurante buffet casi en la misma orilla. Un chef con rasgos asiáticos preparaba pasta al gusto y una pequeña cola se formó delante de mí. La falta de previsión ante la llegada de once periodistas famélicos hizo que la pasta hervida se agotara y que algunos tuviéramos que esperar a que hicieran más.

Esperando una nueva remesa de spaghettis coincidí en el espacio-tiempo con una muchacha muy mona con la que empecé a hablar de comida. En algún momento ella creyó que en apenas ese minuto ya habíamos cogido la confianza suficiente para decirme que llevaba 7 días en México y que ya estaba un poco harta de la comida porque le había dado diarrea. Intenté separar ese comentario de su bonita cara y me fui por otros derroteros preguntándole que de donde era, que, aunque parecía obvio que era argentina no quería usar ese gentilicio por si era chilena, puesto que ambos acentos son parecidos y no estoy seguro de saber diferenciarlos en una conversación tan escueta como escatológica. Después de que el chef pseudoasiático nos sirviera nos despedimos con un cordial: “hasta luego”. Ella se sentó con su acompañante, un menudo argentino con la camiseta del Barça y el nombre de Messi a la espalda. Por supuesto era más corpulento y más guapo que yo, así que a todas mis amigas periodistas les encantó, igual que a nosotros ella.

Esa misma noche cenamos en nuestro hotel, en un pequeño restaurante apartado del buffet, de nombre María Bonita, en el que había que reservar con antelación para degustar comida típica mexicana. Por supuesto, la pareja de argentinos decidió que ese era un estupendo día para cenar allí. Terminaron de cenar y se fueron, mientras nosotros aún estábamos con el postre.

Después de cenar fuimos a la barra del hotel, donde todas las noches había un espectáculo de animación o alguna chorrada. Al salir del María Bonita escuché como alguien de animación gritaba al micrófono: “¿Algún macho ibérico?” y yo, listo de mí, grité motivado: “yooooooo”. Así fue como me cogieron para participar en un pequeño juego de brutal rivalidad entre nacionalidades.

La dinámica era sencilla, los chicos de animación daban medio vaso de tequila a todos los participantes, uno a uno nos sentábamos en una silla, pegábamos un sorbo al tequila y sin tragárnoslo debíamos cantar “La cucaracha”. Entre los participantes había un inglés, dos canadienses y el argentino de la chica bonita (¡Sorpresa!). El jurado del concurso era el propio público y yo contaba con una decena de ruidosos españoles, así que era difícil que perdiera. Todos los participantes íbamos cantando más o menos la canción, pero ninguno lograba pasar más allá de “ya no puede caminar”, menos el cabrón del argentino que la hizo entera y casi sin pestañear. Pero como ya he dicho, el apoyo del público era importante y aunque el sonoro grito de mis compañeras al nombrar al guacho casi me descalifica, la cosa quedó entre un señor inglés de unos 60 años llamado William y yo, en un ficticio empate.



Por supuesto, había que dilucidar quien era el ganador y como casi todo en México, el vencedor saldría de un “Baile sexy”. Así que bajo los acordes de la utilizadísima “You can leave you hat on” nos instaron a que hiciéramos un baile muy sexy.

A pesar del tequila ambos comenzamos muy tímidamente, apenas unos ligeros meneos de cadera. Yo fui el primero en atreverme con un movimiento sexy de pandero de cara al público, él empezó a advertir que se iba a quitar la camiseta y al hacerlo se escuchó un gran: “¡Oooh!”. Sabía que estaba perdiendo y me dije a mí mismo: “Rafa, aquí hay que sacar toda la artillería”, miré como la gente se había vuelto loca con la exhibición del torso de mi rival, así que me desabroché el botón del pantalón y la gravedad hizo el resto. La música se paró y una de las animadoras tapó mi semidesnudez con la falda de un vestido típico mexicano mientras aún podían oírse unas cuantas risas rezagadas. Ante tal desvergüenza los animadores no tuvieron más remedio que dejar el asunto en un empate.

Ni que decir tiene que la vergüenza me dio un calor terrible y el calor me dio sed, así que lo primero que hice fue dirigirme a la barra a pedir un cóctel bien fresquito. No quise darme cuenta, pero mientras preparaban mi daikiri mango, la argentina se puso junto a mí, apoyada en la barra. Creí notar que me miraba, pero por pura timidez no me atrevía a devolverle la mirada. La camarera dejó mi bebida en la barra y yo le di las gracias, tras eso, me giré hacía la chica que me miró como no me habían mirado en mi vida, con un brillo especial y una sonrisa pícara. En ese momento creí leer lo que pensaba: “he visto lo que has hecho”. Me regocijé en ese pensamiento, le devolví la sonrisa y me fui sin decir nada, pero con todo dicho. Excepto: “habitación 1425”.
Posted on 2:16 by Rafa Banana and filed under , , , , , | 5 Comments »

5 comentarios:

Anónimo dijo... @ 3 de mayo de 2010, 3:11

Gran entrada vaquero, gran noche y gran semana en el paraíso. Nunca olvidaré la mejor versión de la cucaracha que he oído nunca... Recuerda que el paraíso es para siempre y más ahora, que somos una gran familia Maya...

... En el aire una sensación, a coco y piel tostada...
Joya.

Anónimo dijo... @ 3 de mayo de 2010, 3:12

Se me olvidaba... Put your hands up, put your hands up, put your hands up in the air!!!!, besitos qué bó...

Anónimo dijo... @ 4 de mayo de 2010, 10:44

Coincido con la joyita dr la familia...pero recuerda una cosa brother, no ganaste por semidespelotarte...ganaste porque eras el tío con más clase y más FLOW de Cancún!!! ;)
Fdo: Tu compañero de habitación durante, posiblemente, la mejor semana de mi vida...

Anónimo dijo... @ 27 de mayo de 2010, 2:24

Qué maravilloso es poder transportar a alguien a un lugar sólo con la palabra! y tu lo has hecho.. Gracias a ti, acabo de revivir un día entero, detalle a detalle, en Riviera Maya... en nuestro querido Lupita...
Algún dia volveremos, chamaquito... porque nunca debes olvidar que el paraíso es para siempre... y nosotros somos una familia! y quién sabe... alomejor la chica argentina vuelve a aparecer por casualidad... ;)
Te quiero, vaqueroo!
Ibu

bea dijo... @ 6 de junio de 2010, 13:25

jajaja Que bueno!

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