De tocadas de huevos. Capítulo 1.

Para meteros en el ajo. En LaVerdad hay una sección llamada “A salto de mata”. Consiste en coger a alguien y hacerle una entrevista. A cualquiera, ya sea el presidente del mundo o el portero de tu casa (el electrónico).

Hoy he ido a hacerle una entrevista a la mujer de la administración Nº 1 de Torrevieja, ya que en navidad había dado el gordo y hace poco dio un premio del Euromillón (más de 350.000 euros, casi ná) y pensé, esta mujer tiene chicha (y una buena entrevista).

Nada más llegar al lugar me ha parecido una mujer que despachaba amablemente a sus clientes y he esperado pacientemente mi turno (así soy yo). Después de la pertinente presentación me dice que bueno, que le pregunte mientras ella va diciendo “en este no tiene nada, aquí 30 euros”. Cosa que no me ha parecido demasiado cómoda. A mí no me importa volver otro día o no volver, “ya ves truz”, pero no, me dice que la haga, pero que ni ella va a salir de la administración, ni yo voy a entrar, ni la otra chica que había allí se iba a poner a atender (porque no le salía de sus nobles pechugas).

Me pongo a hacerle la entrevista delante de la ventanilla mientras ella atiende a la gente. A preguntas jugosísimas como: “¿Cómo recuerda el día que dio el gordo?” ella responde: “Bien, feliz”. ¡No me jodas! Después de prepararme siete preguntas que podrían dar para por lo menos siete minutos de conversación buena ella me responde con 2 minutos de monosílabos y vagas explicaciones. Y para rematar cuando le hago una pregunta para la que parece que se explaya un poco me dice: “Hijo, termina ya”.

O sea, después de darme una entrevista de mierda, va y me termina tocando mis santas pelotas despachándome como si salir en los medios fuera gratis.

Yo no le deseo la muerte a nadie. A esta señora tampoco, pero mala suerte para el resto de su carrera como vendedora de lotería…
Posted on 14:09 by Rafa Banana and filed under | 0 Comments »

De miradas

Por unas cosas u otras hoy me ha dado por leer textos que he escrito y eso ha despertado el gusanillo de volver a tener algo que publicar. He terminado leyendo mi entrada sobre la argentina y me he dado cuenta de lo mucho que me gustó aquella mirada y que pena no volver a encontrarme a esa chica. También me alegro de poder recrear aquel momento con lo escrito. Es genial.

Sobre la mirada tengo dos recuerdos:

El primero tiene un año exactamente. Ocurrió durante los carnavales de Xairo en el que iba vestido de gondolero (un disfraz que nunca me gustó demasiado). Estaba en aquel sitio donde nos dejaron hacer botellón mirando a cada chica guapa que pasara. En una de esas que me quedé mirando fijamente a un par de muchachas disfrazadas de algo que no recuerdo me pareció escuchar tras su paso y entre el griterío un: “¡Qué mirada!” que levantaría el ego a cualquiera. Eso quedó ahí.

El segundo sucedió la semana pasada durante la fiesta ibicenca de Cabo Roig. Estaba tomando uno de aquellos quintos de cerveza Alambra, mirando con dificultad a todo el mundo para no confundirme de persona a la hora de volver con mis amigos y para no llamar guapa a quien no lo mereciera, porque sólo había una fuente de luz y las personas que venían de cara se las distinguía bien, pero con dificultad. Entre la penumbra me pareció ver a una morena y a una chica rubia suficientemente agradable para mi vista e intenté escudriñar cuanto de agradable me parecería, así que me quedé mirándola fijamente. Su amiga que se percató de la situación, la tocó en el hombro y exclamó: “¡Ana!” lo suficientemente fuerte para oírlo y flojo para que no fuera un grito enorme. Pasaron ligeramente por delante de mí, se pararon, nos presentamos, no reímos y se coloraron de espaldas a la luz, por lo que volvían a estar en la penumbra y yo totalmente de cara y a merced de su juicio. Después de esas risas se despidieron de mí con un típico: “ahora venimos”. Pero ¡Sorpresa!

La importancia de la mirada reside en eso que dice Ignatius, que no es que sea un gran filósofo pero dice cosas con cierto sentido y es que una chica ya sabe nada más verte si va a acostarse contigo. Y esas dos lo supieron en cuanto vieron mi rostro iluminado.
Posted on 18:11 by Rafa Banana and filed under | 0 Comments »