Perdiendo la humildad

Esta entrada podría haberla escrito mucho antes, exactamente hace dos semanas tras aquel partido en Elche. Pero me habría ido por otros derroteros y no habría concluido igual.

Aquel día no tenía ganas de ser el extremo pegado a la banda, escuchando todas las lindezas que la grada podía dedicarme. Desde el principio del partido se hicieron referencias a mi persona, ninguna demasiado dura, nada a lo que no estuviera ya acostumbrado. Pero tras marcar el primero o el segundo gol, mandé callar a la gente, como Raúl en el Camp Nou. No sé quién me creí. En ese momento los insultos hacia mí se acrecentaron y subieron tanto de tono como de intensidad. Así que tras meter un gol con el balón rozando la cabeza del portero, puse mi mano tras la coronilla y alcé los cuatro dedos (de una mano sin pulgar) simulando una “peineta”. Empecé a escuchar algún “métete la mano por el recto” entre otros piropos.

Después de meter cinco o seis balones seguidos las críticas se tornaron “semi” alabanzas a mi persona, alguien decía “hay que reconocer que eres bueno” y aquello se quedó así.

Por supuesto perdimos el partido y es ahí donde reflexionas sobre lo que has hecho. Me pregunto que habría pasado de haber ganado.

Llegamos al día de ayer, en el que jugamos contra Orihuela. No sé qué le pasaba al portero conmigo, pero desde el tercer lanzamiento o así ya empezó a recriminarme que le lanzara por la cabeza, cosa que no acostumbro a hacer… salvo con él.

Después de lanzar un contraataque contra la cabeza (y que no entrara) se puso como un loco, a lo que yo respondí silenciosamente con unos cuernos de mis dedos índice y meñique, como indicando felicidad y agrado por sus comentarios. Justo después, uno de Orihuela me dice no sé qué de payaso, no me hago el listo, simplemente que en ese momento no sabía si se refería a su portero o a mí, pero como me daba igual le contesté con un “ya” y si era a mí, pues alegría. Se va al centro entre toda la defensa empujando con su codo mi caja torácica, le seguí, le eché una mirada al árbitro, me aseguré de que no miraba y le hice una llave que acabó con de Orihuela en el suelo. Mi equipo dos minutos con uno menos. Bravo.

Por supuesto, también perdimos. Pero cuando acabamos, después de saludar a todos los jugadores de Orihuela y darles la enhorabuena, Silvio, su entrenador, al que conozco de hace años por diversos campus de balonmano me dijo: “Rafa, no te alteres, eres mejor jugador cuando estás tranquilo, eres un buen jugador”.

Eso hace que piense en que no debería ser tan capullo. En general.
Posted on 10:40 by Rafa Banana and filed under | 2 Comments »